domingo, 7 de septiembre de 2014

La Divina Infantita




Un aire de ternura y religiosidad se respira a cada paso que se da rumbo al templo expiatorio; ya es casi medio día y cual peregrinación vemos a decenas de personas dirigiéndose a un templo que dicho sea de paso da una apariencia de un centro de oración más no de un templo católico, ya que la infraestructura externa del mismo te remonta a un lugar en el cual hay paz, tranquilidad pero con ese toque de modernismo que invita al feligrés a asistir de manera consecutiva y sobre todo que acerca a los jóvenes por esa esencia de juventud y eclecticismo del recinto.

     De quién es esta fiesta tan importante que hoy se celebra en medio de ruido, música, juegos mecánicos, comida y folclor; pues de la Infanta María, María Niña o como la mayoría la conocen: “La Divina Infantita”.

      Esta tierna niña envuelta en llamativos vestidos que pareciera es el traje de luces para una  noche de gala, recibe una gran adoración y gloria por los devotos que a ella se encomiendan y envían plegarias al cielo esperando ser atendidas por intercesión de esta dulce niña llamada la María.

     La tarde del domingo 7 de septiembre se congrega la multitud pues en punto de las 12 del medio día comienza la misa que celebra, bendice y abre las puertas para que decenas de personas de todas las edades lleven consigo la tierna imagen, que bien podemos encontrar desde pequeños tamaños, hasta imágenes de esta niña que pareciera son del tamaño de una recién nacida, he aquí en esta misa que se bendice a la imagen para que al llevarla al hogar de cada una de las personas traiga consigo su bendición, paz y armonía para las mismas.

  En esta ocasión nos despedimos solo dejándoles una reflexión dirigida por el sacerdote Antonio Guzmán que nos dice, “Si todas las personas que asisten a la casa de Dios, lo hiciéramos como esta niña, todos tendríamos ganado el reino de los cielos, pues como dicen las sabias escrituras, todo aquel que desea entrar al regazo de Dios deberá entrar con la conciencia tranquila y pura cual niño, pues es de ellos el reino del señor”.

Juan Martín Gutiérrez García

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