domingo, 14 de septiembre de 2014

Homilía Papal


 

En la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y por primera vez desde el inicio de su Pontificado, el Papa Francisco celebró la Santa Misa con el rito del matrimonio, a las 9.00 en la Basílica de San Pedro. A continuación, la homilía completa:
La prima Lectura nos habla del camino del pueblo en el desierto. Pensemos en aquella gente en marcha, siguiendo a Moisés; eran sobre todo familias: padres, madres, hijos, abuelos; hombres y mujeres de todas las edades, muchos niños, con los ancianos que avanzaban con dificultad… Este pueblo nos lleva a pensar en la Iglesia en camino por el desierto del mundo actual, nos lleva a pensar en el Pueblo de Dios, compuesto en su mayor parte por familias.
Y nos hace pensar también en las familias, nuestras familias, en camino por los derroteros de la vida, por las vicisitudes de cada día… Es incalculable la fuerza, la carga de humanidad que hay en una familia: la ayuda mutua, la educación de los hijos, las relaciones que maduran a medida que crecen las personas, las alegrías y las dificultades compartidas… En efecto, las familias son el primer lugar en que nos formamos como personas y, al mismo tiempo, son los “adobes” para la construcción de la sociedad.
Volvamos al texto bíblico. En un momento dado, «el pueblo estaba extenuado del camino» (Nm 21,4). Estaban cansados, no tenían agua y comían sólo “maná”, un alimento milagroso, dado por Dios, pero que, en aquel momento de crisis, les parecía demasiado poco. Y entonces se quejaron y protestaron contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos habéis sacado…?” (cf. Nm 21,5). Es la tentación de volver atrás, de abandonar el camino.
Esto me lleva a pensar en las parejas de esposos que “se sienten extenuadas del camino”, del camino de la vida conyugal y familiar. El cansancio del camino se convierte en agotamiento interior; pierden el gusto del Matrimonio, no encuentran ya en el Sacramento la fuente de agua. La vida cotidiana se hace pesada, y muchas veces “da náusea”.
En ese momento de desorientación –dice la Biblia–, llegaron serpientes venenosas que mordían a la gente, y muchos murieron. Esto provocó el arrepentimiento del pueblo, que pidió perdón a Moisés y le suplicó que rogase al Señor que apartase las serpientes. Moisés rezó al Señor y Él dio el remedio: una serpiente de bronce sobre un estandarte; quien la mire, quedará sano del veneno mortal de las serpientes.
¿Qué significa este símbolo? Dios no acaba con las serpientes, sino que da un “antídoto”: mediante esa serpiente de bronce, hecha por Moisés, Dios comunica su fuerza de curación, fuerza de curación que es su misericordia, más fuerte que el veneno del tentador.
Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, se identificó con este símbolo: el Padre, por amor, lo ha “entregado” a Él, el Hijo Unigénito, a los hombres para que tengan vida (cf. Jn 3,13-17); y este amor inmenso del Padre lleva al Hijo, a Jesús, a hacerse hombre, a hacerse siervo, a morir por nosotros y a morir en una cruz; por eso el Padre lo ha resucitado y le ha dado poder sobre todo el universo. Así se expresa el himno de la Carta de San Pablo a los Filipenses (2,6-11). Quien confía en Jesús crucificado recibe la misericordia de Dios que cura del veneno mortal del pecado.
El remedio que× Dios da al pueblo vale también, especialmente, para los esposos que, “extenuados del camino”, sienten la tentación del desánimo, de la infidelidad, de mirar atrás, del abandono… También a ellos× Padre les entrega a su× Jesús, no para condenarlos, sino para salvarlos: si confían en Él, los cura con el amor misericordioso que brota de su× Cruz, con la fuerza de una gracia que regenera y encauza de nuevo la vida conyugal y familiar.

El amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota. El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque eso es el matrimonio: un camino en común de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a su mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre. Ésta es vuestra misión entre vosotros. “Te amo, y por eso te hago mejor mujer”; “te amo, y por eso te hago mejor hombre”. Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida. Y en el marco de esta teología que nos ofrece la Palabra de Dios sobre el pueblo que camina, también sobre las familias en camino, sobre los esposos en camino, un pequeño consejo. Es normal que los esposos discutan. Es normal. Siempre se ha hecho. Pero os doy un consejo: que vuestras jornadas jamás terminen sin hacer las paces. Jamás. Basta un pequeño gesto. Y de este modo se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una “novela”. Es sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía. Os deseo, a todos vosotros, un hermoso camino: un camino fecundo; que el amor crezca. Deseo que seáis felices. No faltarán las cruces, no faltarán. Pero el Señor estará allí para ayudaros a avanzar. Que el Señor os bendiga.

 











No hay como vivir en Familia




Es cierto, la mayor parte de nuestras vidas deseamos sobrevivir a solas, queremos soñar, cumplir con nuestras metas y objetivos, pero en ellas ¿esta la familia? o ¿Sólo pensamos en nosotros?. 

El ser joven no es solo salir con los amigos a beber, a fumar, a tener sexo, el ser joven, tal vez pueda ser lo más bello y hermoso de la vida, pero también es ser responsables, respetuosos, la familia es lo mejor, gracias a ella somos quienes somos, nos han educado padre y madre, la ayuda mutua siempre estará ahí, jamas escucharemos un no cuando no deba ser indicado, pero eso si no solo compartimos alegrías, también dificultades, pero muchas de las veces ellas nos ayudan a ser más unidos, a maduras y a crecer entre nosotros. 

La vida cotidiana es para aprender, para corregir, para luchar entre pareja, en matrimonio, en familia, siempre habrá serpientes venenosas que nos querrán hacer el mal, pero si sabemos evadirlas y confiamos en nuestro potencial jamás nos harán daños. 

Es ahí donde entra Dios, quién no acaba con las serpientes, pero nos da fuerza, nos da fe, nos da esperanza y nos da el antítodo para acabar con ellas, para seguir en el camino correcto que él nos ha enseñado. 

Los invito a creer, a soñar, a vivir, a cantar, a bailar, cualquier día es perfecto para eso, y cuando digas no pude, no te caigas, levántate y sigue luchando que recuerda vida solo hay una. 

Y no olviden seguir con las lectura que día con día tenemos para ti.

Omar Armando Cano Fonseca

Santa Cruz


     Hoy catorce de septiembre conmemoraremos la fecha en donde se hace mención a la cruz pues es esta fiesta la que se recuerda el día de hoy ya que para la iglesia católica, ortodoxa y para otras denominaciones, pues en ella se recuerda la cruz en donde Jesús fue crucificado por todos nosotros, así que por lo tanto es de mencionar que es en esta fecha que se celebra ya que para la iglesia católica y para muchos grupos la exaltación de la santa cruz como ellos le llaman tiene coincidencia con   la celebración del aniversario de la consagración de la iglesia del santo sepulcro de Jerusalén  en el 335.

     Incluso podemos afirmar que esta celebración llega a tener una mayor importancia que la misma liturgia pues es de mencionar que si cae en domingo es más relevante que la misma celebración dominical pues en todas las iglesias se celebra, ya que en ella se exponen las reliquias de la santa cruz si existen en el templo  si no es de notar que otras cruces tomarán su lugar, además de mencionar que el color para esta celebración es el rojo ya que ese fue el color que Jesús llevaba el día que fue crucificado.