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miércoles, 26 de noviembre de 2014
Templo Expiatorio
Los invitamos a que nos acompañen en éste, nuestro segundo recorrido por una de las arquitecturas de más enigmas e historias en León, el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús
Nuestra Señora de los Milagros
Es claro que siempre desde
todos los siglos han existido apariciones y visiones de la Virgen es por eso
que hoy en este día aremos alusión a esas visiones o milagros que la gente
celebra y consagra con amor ya que forman parte de sus características, de su
cultura, y para determinar la importancia nos podemos encontrar con las fiestas
o celebraciones que se dan en honor de la virgen que ha llegado a ser
considerada como la gran divinidad femenina del cristianismo que durante el
tiempo cada pueblo ha intentado hacerla suya mediante las leyendas de
apariciones y milagros. Respetables y venerables en grado sumo, puesto que son
la a floración de un sustrato cultural de largos milenios, teñido de
cristianismo y de humanismo.
Siendo hoy veintiséis de
noviembre celebraremos la onomástica de nuestra madre Milagros
de la cual no obtendremos dato biográfico alguno ya que este nombre se
le ha otorgado a la virgen por sus acciones, milagros y apariciones que ha
hecho en distintas ocasiones dotando al pueblo de fe, en un dato de interés
podemos decir que además de la devoción que se le da a las apariciones, existe
un objeto mucho más pequeño que recibe la misma devoción y fe el cual es la
medalla, en ciertas ocasiones recibirá esta adoración ya que en un número de ocasiones
la virgen se le apareció a la monja de la caridad Zoa Laboure, pero en una ves
en especial se le apareció la Virgen que estaba de pie sobre un globo y llevaba
otro en las manos; de sus dedos salían rayos de luz. La monja explicó que
alrededor de la figura de la Virgen había visto un marco ovalado con una
leyenda en letras de oro que decía: "Oh María, concebida sin pecado, ruega
por los que acudimos a ti"; y en el reverso, la letra "M"
surmontada de una cruz, y debajo los Sagrados Corazones de Jesús y María. A
raíz de esta aparición se acuñaron por millones las medallas de esta
característica, que con el mismo valor de objeto religioso que los
escapularios, se llevaba en el pecho, colgada de una elegante cadena, como
"amuleto" protector.
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