En ciertos momentos el amor nos puede hacer cometer actos de los
cuales nos podemos arrepentir, ya que al instante que este sentimiento se
convierte en obsesión puede ser peligroso. Ahora lo trasladaremos a la historia
de una de las santas que a continuación recordaremos, ya que un atributo por el
cual fue bendecida era la belleza, atributo por el cual un joven se enamoró de
ella, y al momento que se enteró de esto la señorita le confesó que había hecho
botos de virginidad, el joven al saber esto se sintió decepcionado por lo cual
le pagó una buena cantidad de dinero a
un criminal para que le diera muerte, una vez sin vida el joven tomó el cuerpo
y lo arrojó al río Tajo, lugar donde ahora lleva el nombre de santa Irene.
Siendo hoy veinte de octubre celebramos la onomástica de Santa
Irene la cual se dice que nació en el siglo séptimo en la región de Tancor, que
más tarde se llamaría Portugal, siendo hija de padres cristianos y viviendo en
una época no tan apropiada para vivir en paz
ya que los musulmanes dominaban ampliamente,
recibió una educación en el monasterio, una vez terminados sus estudios regresó
a casa con la convicción de dedicarse a la vida religiosa y dicen algunos relatos que rezaba mucho en casa además de que la
única vez que salía era para ir a la iglesia.