De quién es esta fiesta tan importante que
hoy se celebra en medio de ruido, música, juegos mecánicos, comida y folclor;
pues de la Infanta María, María Niña o como la mayoría la conocen: “La Divina
Infantita”.
Esta tierna niña envuelta en llamativos
vestidos que pareciera es el traje de luces para una noche de gala, recibe una gran adoración y
gloria por los devotos que a ella se encomiendan y envían plegarias al cielo
esperando ser atendidas por intercesión de esta dulce niña llamada la María.
La tarde del domingo 7 de septiembre se
congrega la multitud pues en punto de las 12 del medio día comienza la misa que
celebra, bendice y abre las puertas para que decenas de personas de todas las
edades lleven consigo la tierna imagen, que bien podemos encontrar desde
pequeños tamaños, hasta imágenes de esta niña que pareciera son del tamaño de
una recién nacida, he aquí en esta misa que se bendice a la imagen para que al
llevarla al hogar de cada una de las personas traiga consigo su bendición, paz
y armonía para las mismas.
En esta ocasión nos despedimos solo
dejándoles una reflexión dirigida por el sacerdote Antonio Guzmán que nos dice, “Si todas las
personas que asisten a la casa de Dios, lo hiciéramos como esta niña, todos
tendríamos ganado el reino de los cielos, pues como dicen las sabias
escrituras, todo aquel que desea entrar al regazo de Dios deberá entrar con la
conciencia tranquila y pura cual niño, pues es de ellos el reino del señor”.
Juan Martín Gutiérrez García