Hoy en este día hablaremos de alguien cuya fama
que se extiende por el prodigio de su sangre en Nápoles, Italia ya que es aquí donde se obra seguido, siendo obispo
de esta ciudad cuando estalló la terrible persecución de
Diocleciano, siendo prisionero y fue encerrado junto con sus diáconos. Es por
eso que recordamos hoy diecinueve de septiembre a San Jenaro.
La
fama de este Santo es tan grande gracias a la devoción que le tienen sus fieles
de Nápoles además de los milagros que a realizado como por ejemplo que un
sacerdote expuso en el altar una ampolleta del tamaño de una pera, que contiene
la sangre solidificada del santo. La coloca frente a la urna que contiene la
cabeza del santo. Todos empiezan a rezar, y de un momento a otro la sangre que
estaba sólida y negruzca se vuelve líquida y rojiza, y crece de tamaño dentro
de la vasija de vidrio donde está. El pueblo estalla en cánticos de alegría
bendiciendo a Dios, sin dejar de mencionar algunos otros como el siguiente ejemplo
en el año de 1631 millones de toneladas de lava se dirigían hacia la ciudad de Nápoles por lo que el obispo se dirigió en procesión la
sangre de San Jenaro y la lava cambio de
rumbo así salvándose la ciudad.
Señor:
por la sangre de tus santos mártires, concédenos la gracia de perseverar todas
nuestras vidas fieles a la religión católica de librarnos de los estallidos de
nuestras pasiones.